El AMOR, en opinión de Emmaline, hacía que ser mujer fuera algo especial. El amor volvía hermosas a las mujeres, y a los hombres los convertía en príncipes. Una mujer que sintiera amor vivía con la grandeza de una reina, porque su corazón era como un tesoro.
Flores, velas encendidas, largos paseos a la luz de la luna en un jardín privado...la idea misma le arrancaba un suspiro. Mejor bailar a la luz de la luna en un jardín privado...eso, en su escala de valores, era la culminación de lo romántico.
No le costaba imaginarlo: el aroma de las rosas en verano, la música colándose por las ventanas abiertas de una sala de baile, el modo en que la luz plateaba el perfil de los objetos, como en las películas... La manera en que le latiría el corazón (la misma en que le latía entonces al imaginarlo).
Anhelaba bailar a la luz de la luna en un jardín privado.
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(Prólogo de Rosas sin espinas, Nora Roberts)
En unos días, comienza la temporada de bodas.
Raúl, Silvia, Rubén, Carmen, ...
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