jueves, 3 de marzo de 2011

Cuando Daguerre tomaba la vista de una de las
calles de París, acertó a pararse en la acera una 
persona con el propósito de que le limpiaran el 
calzado; allí permaneció, junto con el limpiabotas, 
el tiempo suficiente para grabar la placa, y así
pasaron a la posteridad, como los primeros seres
humanos fotografiados en el mundo.

Orlando Hernández, La fotografía

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